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Los parques y jardines de la Ciudad de México (CDMX) se han convertido en vitales pulmones urbanos y espacios de convivencia. En los últimos años, muchos de ellos se han equipado con áreas de ejercicio al aire libre, destinadas a promover la salud y el bienestar entre la población. Sin embargo, lo que en teoría es una iniciativa loable, en la práctica se ha convertido en un paisaje de abandono y riesgo. El deterioro generalizado de estos equipos no solo los vuelve inútiles, sino que los transforma en una amenaza latente para la integridad física de los ciudadanos.

Un Gimnasio de Peligros: Más que Simple Abandono

Caminar por cualquier parque con cierta antigüedad en la CDMX, como el Parque España en la Condesa, el Parque México o unidades habitacionales como los de Iztapalapa o Gustavo A. Madero, revela una realidad común: equipos oxidados, bancas rotas, poleas inmovilizadas, superficies resbaladizas y estructuras inestables.

Este deterioro va más allá de la estética. Un estudio sobre parques urbanos en América Latina señala que “el mantenimiento deficiente es la principal causa de la pérdida de funcionalidad de los espacios públicos deportivos, generando un círculo vicioso de subutilización y mayor degradación” (Gómez, 2021). Cuando una persona intenta usar una máquina de remo con el eje central partido, no solo no se ejercita, sino que fuerza su cuerpo en una postura antinatural, lo que puede derivar en lesiones musculares o articulares.


Parque del “Niño Quemado”, Alcaldía Venustiano Carranza CDMX

La falta de mantenimiento convierte elementos inocuos en peligrosos. Los tornillos sueltos, las piezas afiladas de metal y las superficies corroídas son fuentes de cortaduras, raspones y, en casos más graves, de accidentes más significativos si una estructura colapsa. No existe supervisión de especialistas en fisioterapia o entrenamiento físico que puedan guiar a los usuarios, especialmente a adultos mayores o principiantes, sobre el uso correcto de los aparatos, aumentando exponencialmente el riesgo de lesiones.

Breves Ejemplos de una Realidad Extendida

  1. Parque de la Unidad Habitacional Vicente Guerrero, Iztapalapa: Un vecino comenta que la “caminadora elíptica” lleva más de un año con las bases de apoyo rotas. “La gente la usa torcida, y he visto cómo varios se quejan de dolor en la cadera después. Es un peligro, pero es lo único que hay”, relata.

  2. Alameda Oriente, Iztapalapa: En este espacio, varias de las bancas para press de piernas tienen los respaldos completamente doblados. Los usuarios han optado por no utilizarlas, y el equipamiento yace como chatarra, ocupando espacio sin cumplir ninguna función.

Consecuencias para la Salud Pública

El estado de estos espacios tiene un impacto directo en la salud pública. En primer lugar, desincentiva la actividad física. ¿Por qué alguien se esforzaría por ir a un lugar que no solo no cumple con su propósito, sino que además representa un riesgo? Esto contraviene directamente las políticas de promoción de la salud que las propias autoridades impulsan.

En segundo lugar, cuando los equipos se usan en mal estado, las lesiones son frecuentes. Un informe del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) sobre actividad física advierte que “el uso de equipamiento en malas condiciones es una de las causas evitables más comunes de esguinces, luxaciones y fracturas en personas que practican ejercicio recreativo” (ISSSTE, 2022).

Falta de Mantenimiento y Supervisión Especializada

La raíz del problema parece ser una combinación de falta de presupuesto, planeación a corto plazo y la ausencia de un programa de mantenimiento continuo y especializado. Las administraciones locales suelen instalar los equipos como un logro de gestión, pero no destinan los recursos necesarios para su conservación a largo plazo.

Además, como apunta un análisis del Centro de Estudios Mexicanos sobre Espacio Público, “la mayoría de estos gimnasios urbanos se instalan sin un diagnóstico de las necesidades reales de la comunidad y, lo más grave, sin un programa de capacitación para los usuarios ni de supervisión técnica periódica” (CEMEP, 2023). Esto significa que no hay nadie que enseñe a usarlos correctamente ni que realice inspecciones de rutina para identificar y reparar fallas a tiempo.

Conclusión: Hacia una Política de Espacios Dignos y Seguros

Los gimnasios al aire libre en los parques de la CDMX están en una encrucijada. Han pasado de ser una solución para fomentar el deporte a un símbolo del abandono de lo público. Su deterioro no es un problema menor; es un asunto de salud y seguridad ciudadana.

Urge que las autoridades delegacionales y el gobierno central desarrollen un plan integral que incluya no solo la reposición puntual de equipos, sino la implementación de un programa de mantenimiento preventivo y correctivo constante, la capacitación a promotores deportivos que orienten a la comunidad y la creación de una veeduría ciudadana que reporte las fallas de manera ágil. Recuperar estos espacios es una inversión en la salud y la calidad de vida de los capitalinos. Un parque con equipos seguros y funcionales no es un lujo, es un derecho.


Referencias

  • Centro de Estudios Mexicanos sobre Espacio Público (CEMEP). (2023). “Diagnóstico sobre el estado y uso de los espacios deportivos en parques urbanos de la CDMX”. Ciudad de México.

  • Gómez, L. F. (2021). “Espacios Públicos y Actividad Física en América Latina: Retos y Oportunidades”. Revista Panamericana de Salud Pública.

  • Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE). (2022). “Guía para la Práctica Segura de Actividad Física Recreativa”. Dirección de Prestaciones Económicas, Sociales y Culturales.

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